A SIMPLE VISTA
- Cierto día, me comentó Alejandra, hija de Mario Munguía ‘Matarili’, que discutir con un chairo era una pérdida de tiempo, ya que dichos individuos son más tercos que la mula de Johnny Baker…
POR GAEL BUENDÍA
Desde algún rinconcito de Texas, Estados Unidos, a 3 de junio de 2020.
Chairo es un término de origen mexicano de uso despectivo para referirse a las personas que se oponen a las ideologías o tendencias políticas de derecha.
El Colegio de México o Colmex, en su Diccionario del Español en México o DEM, publicó una definición correspondiente para el término chairo que, especialmente, en los últimos años se ha empleado con mayor frecuencia para referirse a los seguidores de AMLO.
Alejandra, a quien tengo el honor de contar como uno de mis contactos y quien además es hija de uno de mis columnistas favoritos, el cual, estoy seguro, se encuentra a la diestra de nuestro Creador.
Alejandra, de quien me estoy refiriendo, es hija de Mario Munguía, columnista destacado que a diario nos deleitaba con su artículo de nombre “Matarili” en las páginas del diario Ovaciones.
Dicho recordatorio es para que la “chompeta” del lector lo tome en cuenta.
Cierto día, me comentó Alejandra, que discutir con un chairo era una pérdida de tiempo, ya que dichos individuos son más tercos que la mula de Johnny Baker… sabrá Dios quién sea este señor, pero me dio la gana mencionarlo para enriquecer esta columna.
Pues bien, el martes pasado, 2 de junio, tuve la fortuna suerte de convivir 24 horas con uno de esos individuos… y por favor, no interpreten mal la oración “esos individuos”, ya que no lo digo con el afán de discriminarlos ni mucho menos menospreciarlos.
ME DA TRISTEZA EL FANATISMO
Y aunque me da tristeza el fanatismo y modo de pensar, sé que algún día el tiempo aclarará la mente de nuestros hermanos chairos.
Me reservo el nombre de ese digno representante de la clase chaira, ya que por ética profesional no es de hombre de bien balconearlo… ¿verdad, Jesús Medina?
Como narré líneas arriba, fueron 24 horas de parloteo, discusión y tratar de que reconociera que el fanatismo es un mal que millones de seres en el planeta lo sufren… ¡Misión más que imposible! Mi acompañante de viaje no cedió ni un ápice por reconocer que su peje presidente la ha cagado, de ahí su mote de ‘El Cacas’, que por cierto fue una expresión que él dijo, desde que decidió hacer de la política su ‘modus vivendi’.
Contemos: AMLO fue integrante del PRI y en aquellos años mozos quemó pozos petroleros como medio de presión para recibir canónigas.
Luego fue regente de la Ciudad de México y los resultados como tal el lector tiene la palabra, pero de lo que sí se le puede señalar es que fue cómplice de la corrupción, recuerden el caso bochornoso del “Señor de las Ligas”.
Años más tarde, cuando paralizó la Ciudad de México so pretexto por haberle robado la presidencia en 2006, que mención aparte creo que sí ganó, pero eso no le daba derecho de ocasionar pérdidas millonarias al pueblo de México. Y párele de contar en ese momento como ahora mi flaca memoria no me ayuda para seguir contándole a mi acompañante los desmadres que incurrió su ‘pejedrinte’.
Como recurso banal e inútil para justificarlo me dijo que su Mesías ha hecho mucho por México, que ha construido universidades, que la ayuda a los pobres les ha llegado a chorros… ¡ah!, y el argumento de todos los chairos que no ha endeudado al país.
En este punto no le pude refutar, ya que no me consta si ha solicitado dinero para solventar la crisis del Covid-19, pero sí le dije: “Le parece poco que está dándole la madre al país si no es que ya se la dio”.
EL VERBO DEL CHAIRO ES MUY AMPLIO
Debo reconocer que el verbo de este chairo es muy amplio y para cualquier pendejo puedo asegurar que fácilmente lo convierte a su bando.
En este punto me acordé sobre “las grandes obras” que seguro su Mesías ha realizado en lo que va de su administración.
“Disculpe, fino amigo, ¿me podría mostrar con fotos las universidades que ha construido su Mesías?”.
Y qué creen que me contestó el grandísimo “Que sí… que me las haría llegar”.
Ha transcurrido 48 horas y es el tiempo que nada hay en mi bandeja de correos. De antemano sabía que jamás llegarán y para darle “un gancho al hígado” le dije: “La única gran obra que se tiene conocimiento es una pichurrienta carretera de terracería que comunica al poblado de Badiraguato”… que, por cierto, añadí, sirvió para “estrechar” lazos de amistad con habitantes de ese lugar.
“tenga, pa’ que se entretenga”, me dije a mí mismo.
Podría haber seguido la alegata de no ser que me durmió… perdón, me dormí, bueno, el cansancio de estar manejando me agotó y me entregué en los brazos de Morfeo.
Alex, te doy la razón, un abrazo.
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